"El siguiente acto da paso a otro" - De pregunta del Rey Mirinda ??.

Pensó que aún podía oler la fragancia de aquel sueño. Recientemente había empezado a ser perseguido por extraños sueños de fantasmas, pero cuando despertaba, no podía recordar nada en absoluto. Sin embargo, el fantasma de ésta mañana había dejado una suave fragancia...

Cuando Aya salió de su cama en el trailer, recogió la toalla más cercana para secar el sudor frío de su cuerpo.
El hedor dejado por el sueño, aún persistía en su nariz.

El perfume de la madera de aloe...

Tonto! - Tirando la toalla, Aya tomó su katana.

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La katana a la cual llamó "Shion"... aquella brillante espada reflejó el paisaje verde del bosque, en el cual él mismo se había sumerjido.
Al siguiente momento...

Corta el aire!
"Rebana! Roza! Corta!"

Aya se adentró en la bruma matutina de la montaña.

Qué serenidad más pura!

Era como si hubiese vuelto al tiempo de su "juventud", cuando aprendió por primera vez sobre la espada... por supuesto, seguía siendo técnicamente "joven". Sin embargo, ahora en la edad fronteriza, ya había logrado todo lo que quería, ahora convertido en apagados recuerdos.
Del tiempo en que usó por primera vez esta espada. Del tiempo que fué pagado, recivió misiones, cazó a las "béstias negras"... cuando se unió a Weiss!
Pero la verdad era que, durante el tiempo que fué designado al grupo de Kritiker en Sendai, y recivía órdenes del maestro espadachín Shion, que nunca había tenído la lucidez que sentía ahora. Por ese entonces, ardía de ira y lujuria por la venganza.
Pero ya han pasado tres años desde entonces... Consiguió la venganza por sus padres. Su hermana había despertado del coma, y ahora vivía en Tokyo viva y bien. Y ahora su corazón no tenía nada por lo que sentir.
Nada...

"Unh!!"
La hoja golpeó el tronco de un árbol, la costeza salió volando, mientras su ritmo era más acelerado y su respiración corría rasgada.

¿Y qué soy ahora?

Ahora, sin la necesidad de venganza, solo era Weiss... solo quedaba el asesino. A veces hechaba de menos esos días de venganza ardiente. En esos días, su vida había sido simple.

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Dejando la montaña, Aya atravesó la persistente niebla de la mañana en el río Uji. Las rojas barandillas del puente peatonal emanaban la elegancia de la antigua capital.
La ciudad de Uji, situada al sur de Kyoto, estaba de repente en plena ebullición primaveral. Los cerezos en la orilla del río ya había florecido, uno tras otro, las flores empezaban a hincharse.

Después de haber completado su última misión más al norte, Weiss había recibido la orden de moverse hacia al oeste, hacia Kansai. Desde entonces, había habido un largo periodo de paz.
Desde la padoga, a medio camino en el puente, podía ver a Ken en una isla de árboles de mandarina. Ésta isla rodeada por el río, estaba repleta de niños jugando y gente observando las flores. Y Ken estaba corriendo en zigazagas. Si un extraño le viera, probablemente pensaría que estaba loco.

Ken... no puedes jugar a futbol tu solo.

Observando distraidamente, pensó que podría ver esa pelota invisible que Ken inentaba cazar.

Hmph... esto no soy yo.

Una sonrisa amarga recorrió los labios de Aya mientras pensaba en si mismo. No era del tipo especialmente sentimental.

¿Estoy aburrido con la paz? Aunque desde que llegamos a Uji algo me ha estado importunando...

Finalmente, sin que Ken llegase a verle, caminó de la padoga a otro puente, tomando una ruta circular hacia la orilla opuesta.

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En la puerta frontal del Centro de la Igualdad estaba aparcado el trailer, la residencia temporal de Aya y el resto. Las puertas traseras estaban abiertas y listas para atender su otro trabajo, la floristería. La temporada turística aún no había llegado al máximo, con lo que los clientes eran pocos.

"Está de nuevo aquí..." - Yohji con sus sutiles ojos había escogido la chica con el traje tradicional.

Cuando la oscuridad de la noche se aproxima, la chica mostraba unas mejillas tan pálidas que parecía enferma. Pequenísimos lábios. Esos brillantes ojos negros, casi ocultos por sus largas pestañas, y el pequeño lunar debajo de su ojo izquierdo. Desde la distancia, tanto el kimono como el obi de estilo Nishjin parecían ser de la misma tonalidad de negro. Su largo cabello negro estaba recogido con una horquilla sin ornamento. Aparentaba sobre unos dieciocho años, pero carecía del brillo de otras jóvenes que vestían furisodes*.
(*Nota: Furisode, kimono de manga larga, llevado comúnmente por jóvenes mujeres solteras)

Sin embargo, era inequívocamente hermosa. Llevar la ropa tradicional a esta hora no parecía estar fuera de lugar para ella. Tranquilamente de pié y a penas visiblemente a la sombra de la tienda de té a varios metros de distancia, finalmente vino.

"Me pregunto si será el fantasma de Ukifune..." - Dijo Omi en tono bajo.
"¿Qué diablos es un Ukifune?"
"¿No lo sabes, Ken-kun? Es la heroina de Los últimos Diez Capítulos de Uji, de la Historia del Genji"
"¡¿Y piensas que yo sabría este tipo de cosas?!"
"En la historia, creo que ella era amada por dos príncipes y amigos, llamados Kaoru y Niounomiya..."
"Suena como que era de las que juegan a dos bandas"- Interrumpió Yohji con el comentario fuera de lugar.
"... y entonces Ukifune en su dolor se tiró al río Uji"
"¿Por qué?"
"No lo sé... Probablemente pensó que era mejor morir que dejar que los dos siguieran dañándose el uno al otro... Pero hay algo más para la historia..."
"Hey, Ukifune está llegando"
- Yohji cogió a Omi de los hombros. Haciendo que se diera de vuelta en la sorpresa, encontrándose Omi cara a cara con la chica.

"Er..e..rr... Bienvenida!"
Apartando la manga derecha con su mano izquierda, señaló con un dedo demasiado delgado a los narcisos.

"¿Éstas?"
Cuando Ken sacó un solo tallo de narcisos blancos, ella dió una pequeña afirmación con la cabeza y bajó su mirada.

"Aquel... aquel hombre... ¿dónde está?"
Su voz era tan pequeña, que no podían asegurar que de verdad había salido de su boca.

"Aquel... hombre?"
Omi, Yohji y Ken, todos intercambiaron miradas.

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"Hola..."

Se volvío cuando la triste voz le llamó. La chica del kimono negro llevaba el narciso contra su pecho. Solo el blanco de la flor, sus manos y su cara blancas sobresalían de la oscuridad.

"¿Tú eres... Aya?" - Los ojos negros de la chica brillaban con un brillo frío.

¡¿Quién es ella?!

La luz de sus ojos. El lunar bajo un ojo. Sin duda alguna, la había conocido en algún lugar antes. Había algo más extraño sobre esto...
Mientras Aya estaba buscando a través del laberinto de su memoria, ella le dijo que su nombre era Shizu Hanase, que quería que le prometiera que se encontrarían mañana, y tomó el silencio de Aya como su confirmación, y entonces marcharse sin hacer ruido.

Aya dejó ir un largo suspiro, su puño cerrado estaba pegajoso de sudor.

¡Un Asesino!

Sin ninguna duda, vió eso en los ojos de Shinu Hanase

O estaba nervioso...?

Idiota. ¿Cómo podía imaginar que una mujer tan frágil podía ser una asesina?

No, espera... esta fragancia...

La fragancia que Shizu dejó atrás. No era la fragancia del narciso. Era una fragancia sutil y elegante.

Madera de Aloe...?

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Al día siguiente, después de que la luz del día primaveral hubiera marchado, Shizu apareció. Llevaba su kimono de tres capas de color púrpura, como si estuviera de luto en vez de para la pompa, solo pareciendo distántemente joven. Su lustroso cabello negro fluía por debajo de sus hombros. Yohji y el resto estaban sorprendidos, viendo su pequeña sonrisa mostrarse en sus lábios. Y entonces quedaron el shock, cuando Aya afirmó en respuesta, y se marchó con ella para quien-sabe-donde.

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Y así por varios días después, Aya y Shizu siguieron viéndose. A pesar de que paseaban por mucho tiempo a lo largo de la ribera del río o el templo que dominaba las vistas de Uji, a duras penas hablaban.

Cuando se hacía de noche, Shizu se marcharía.

El propio Aya no sabía bien que estaba haciendo. Cuando una mujer y un hombre están juntos, normalmente habría el murmullo del deseo de crear una nueva vida. Sin embargo, no sentía tal cosa por Shizu. En su lugar, había un sentimiento de paz, el mismo que cuando pasaba el tiempo con su hermana. Y así, quizá por Shizu, la ansiedad que había sentido desde que llegó a Uji, había cesado.

No, no era eso en absoluto.
A veces, cuando las sombras de los transeúntes se habían reducido, Shizu se detendría y miraría a Aya con sus ojos cargados de emoción.

Era una mirada más cargada que de mero amor.
No era otra que "Asesino", pensó.

Sintió una peligrosa premonición...

Pero, Aya estaba cautivado por esa mirada.

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Después de dejar a Aya, Shizu se apresuró a lo largo de la carretera hacia la estación con la melancolía escrita en su rostro.

Mientras tanto, Yohji la siguió.
Por supuesto, no le importaba conocer con quien estaba Aya saliendo, pero Yohji sintió un esencia peligrosa por parte de Shizu que le ponía la carne de gallina.

En el transbordo del tren de Kyoto-Osaka al metro, Shizu salió por la terminal norte de Osaka. Rápidamente se mezcla entre el tráfico de peatones por la zona comercial, y entra en la base de un templo ubicado en una laguna entre los edificios. Alrededor y detrás del templo había un cementerio, el cual Shizu hizo su camino a través.

Huh... no me digas que va a desaparecer allí?
Yohji tembló, como si hubiese bebido una cerveza demasiado fría.

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Aya y Shizu se tomaron su tiempo descenciendo la larga escalera de piedra desde el templo Mimurodo. Bajo ellos, envuelto por árboles, el sol del atardecer bañaba el parque Ikezumi en tonos rosados. Ya era tarde, por lo que ambos se habían quedado solos en la montaña.
Aya observó sus hombros hundidos pacientemente. Hoy, llevaba un kimono de un rosa pálido, pero nada había cambiado sobre su agraciada calma.

"Ese perfume..."

"Hm?"
- Shizu miró hacia Aya, casi sobresaltada.

"Huele como el aloe, pero un poco diferente"

Unos hoyuelos aparecieron en las mejillas de Shizu.

"¿Así que que te has percatado?" - Hablaba normal, pero su entonación era refinada.

"Quemo incienso en casa. Cada vez, que ha cambiado un poquito..." - Abrúptamente cerró su pequeña boca.

Al píe de las escaleras, aparecieron tres hombres. Aunque iban vestidos como monjes del santuario, cada uno de ellos llevaba una espada japonesa en sus manos.

"¿Tenéis asuntos conmigo?" - Preguntó Aya, sin tan siquiera cambiar de expresión. Y en respuesta, los tres desenvainaron las brillantes hojas.

"Te lo tomo prestado"
"Eh?"

Aya tiró del abanico que tenía en su obi mientras que los tres se acercaban con sus espadas. Agarrándolo lo encubría, esperando el momento propicio, de repente roza a uno de ellos con su borde duro.
Apropiándose de la espada que había dejado caer el hombre, le da la vuelta al filo. Uno en la cintura, otro en el hombro y el último en el estómago, todo en una rápida sucesión. Sin saber que les había golpeado, los aspirantes a asesinos se desplomaron en el suelo.

"Vamos!"

Tirando la katana, agarró la mano de la aturdida Shizu. Corrieron el resto del camino sin mirar atrás. Sin embargo, Shizu iba en kimono. Realmente no podía correr. Se tropezó mushcas veces, pero Aya no relantizaba su paso por ella, y tiraba de ella brúscamente a lo largo del camino.
Poco después de alcanzar la zona residencial, Aya finalmente se detuvo. Shizu recuperaba el aliento, aún apoyándose en el bordadillo de su kimono. No era de sorprender, que su respiración fatigada fuera violenta y rasgada, y sus normalmente mejillas pálidas estuvieran ligeramente enrrojecidas de un color carmesí.

Aya la miró fríamente.
"¿Quiénes eran? ¿Sabes que pasa?"
"¿Saber que...? Yo... no..."
"Es obvio que estaban esperándonos."
"¡Tengo miedo!"

Shizu se lanza hacia él, aferrándose al pecho de Aya.

Las palabras de Aya desaparecieron de su garganta. No era por el hecho de que repente había notado el cuerpo de una mujer presionando el suyo. Era completamente lo contrario. El cuerpo de Shizu casi no tenía peso alguno.

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El hogar de Shizu estaba en la tercera planta del complejo de apartamentos, no lejos del ayuntamiento de Uji. Era un apartamento de estilo habitación/cocina, pero la habtación principal estaba amontonada con cajas de ropa. Sintiendo una extraña sensación de aridez en el lugar, Aya se puso de píe en el tatami en la habitación pequeña. Estaba demasiado limpio. No había señales de la vida diária. Bueno, había la mesa y las cosas básicas, pero ni televisión, ni equipo de música, o algún objeto de naturaleza personal.

"Por favor, disfrútalo."
Shizu surgió de la pequeña cocina con el té humeante.

"¿Y ésto?"
Estaba buscando la taza de té de aspecto económico, pero todo lo colocado alrededor eran varios objetos de cerámica, de metal, lacados y de metal lacado.

"Eh? Ésto son los implementos de perfume. ¿No es extraño? Éstos son los objetos más caros en mi hogar."

Sentándose frente a su taza de té, con un buen estilo japonés, sacó un pequeño paquete envuelto en tela blanca desde un cajón de debajo la mesa.
La mente de Aya invocó la imagen de una caja de curiosidades. Por supuesto, no era tal cosa. Cuando Shizu desenvolvió la tela, pudo ver las delicadas curvas de un frasco de perfume.

"Un recuerdo de mi madre."
"¿Recuerdo?
"Mi madre abrió una pequeña empresa de perfumes, pero originalmente, llevó una escuela en el arte de la fragancia. Se llama Ranjaitai, el cual mi madre mezclaba especialmente con aloe."
"Ranjaitai..."

¿Dónde había oído eso antes...?

"Ranjaitai, el nacimiento de la víbora de las orquídeas... El perfume fue popular, porque solo un poquito era necesario."

Por supuesto, Aya realmente no sabía nada sobre el arte de las fragancias. Sin embargo, el maestro espadachín Shion había hablado de ello alguna vez, por lo que tenía una idea aproximada de lo que ella estaba hablando.
Shizu, quier era normalmente muy educada, rezumaba una sensación de profunda dignidad mientras preparaba la fragancia. Después de un tiempo, empujó frente a las rodillas de Aya una olla de cerámica blanca, pintada con ilustraciones de orquídeas y serpientes.
Aya tomó el incensiario de fragancia con su mano izquierda. Estaba ligéramente caliente de las llamas del carbón, pero no había humo que pudiera ver. Llevándoselo a la cara, movió el aire con su mano derecha. Pero no podía oler ninguna fragancia.

Entonces de nuevo, era Shion quien decía "No huelas la fragancia con tu nariz, escúchala con tu corazón"... Era un hombre de razonamientos siempre espirituales...

Escuchó su risita... entonces, había una extraña pero agradable sensación. Al siguiente instante, pensó

Maldición....

Pero ya era demasiado tarde, su consciencia ya se había retirado bien lejos. El incensiario cayó sobre el tatami mientras él perdida el sentido en sus manos. El rostro triste de Shizu se perdió en la oscuridad, y finalmente todo desapareció.

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A la mañana siguiente, Aya despertó en el trailer. Iba a tener un horrible dolor de cabeza por los próximos dos días, pero por lo demás estaba ileso. Pero que había pasado anoche, y como había vuelto...?

No, era justo como en los tiempos de antes... no ¿o era solo mi imaginación? Este es un grave deja vu...

Aya buscó por la tarde el apartamento de Shizu. Se había convertido en una habitación vacía, no quedaba nada. Era como sin nadie hubiese vivido allí desde un principio... Esa noche, Aya le pidió a Omi comprobar "Ranjaitai" en el ordenador del trailer.
"Ranjaitai... Ranjaitai... es raro. Siento como si también hubiera oído esa palabra de algún lugar.... a... ¿es esto?"

Omi abrió una ventana en su enciclopedia virtual. *Ranjaitai: Un tesoro localizado en el almacén de la Universidad de Tokyo sobre el templo Masakura. Una fragancia de árbol traida desde China en el periodo Nara. La mejor aloe.
"No es la palabra correcta..."
"Si."

En cualquier caso, no estaba el tesoro del templo Masakura en esa taza de té.

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Unos días después, a primera hora de la mañana...
No era exactamente la neblina del amanecer, era más densa como la niebla... los vapores blancos velaban todo el área envolviendo el río Uji. Aya dejó el trailer, katana en mano.
"Aya..." -Se detuvo con la voz de Yohji.
"He encontrado unas cuantas cosas sobre esa Shizu Hanase..." - Aya levantó una ceja - "Pensé que serían malas noticias si había alguien por allí queriéndonos cazar."
"Y..."
"Cerca de la terminal norte de Osaka, hay un club privado de uso exclusivo para VIPs. Ella trabaja allí. ¡Esa Shizu Hanase es una puta para cualquiera lo suficientemente rico como para pagar!"
"..."
"No he oído demasiado buenos rumores sobre ella. Del tipo cosas como que sus clientes más mayores murieron durante el sexo... Dicen que es una mujer que haría lo que fuera para conseguir sus objetivos."
"... Oh."
"¿Qué, ya lo sabías?"
"No, es la primera vez que lo oigo."
"... Bueno, si no te importa, no es asunto mío. Pero tiene una buena cantidad de personajes turbios entre sus clientes. Por lo menos, ten cuidado."

Sin cambiar la expresión de su rostro, Aya salió. Yohji se despeinó su ya despeinado cabello.
"Hmph... supongo que al final y al cabo soy demasiado entrometido"

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La así llamada "chica normal" no tendría la calma de Shizu. A pesar de la buena experiencia en venderse a si misma, acarreaba una dignidad que no pertenecía a ese mundo.
Pero Aya nunca esperó que Shizu fuera una chica normal. Por lo tanto, aquello no le decepcionaba. Lo que le perturbaba eran los propios pensamientos de Shizu. La mujer lasciva contra la casta... ¿Cuál era su verdadero yo?
Cuando el puente en la bruma de la mañana, alguien le estaba esperando en el centro.

"Shizu?"
"Sí."


La forma de Shizu emergió de la niebla, un simple kimono de blanco pálido envuelto alrededor de ella, una katana agarrada en su mano izquierda. Ahora podía ver claramente las líneas de su cuerpo, antes siempre envuelto en pesados kimonos, pero no rezumaba una sexualidad lasciva... Más bien, la pureza de una joven.

"¿Estabas... cazando mi vida?"
Preguntó Aya, sin rodeos.

"Sí, muchas veces, intenté matarte. Pero cada vez... perdía mi corage y no podía. Entonces contraté aquellos tres hombres de negro, pero..."
"Esa noche, cuando me desmayé por la fragancia. Podrías haberme matado fácilmente en ese momento."
"Sí... pero... cuando vi tu cara durmiendo, estaba muy... Después de eso, he estado esperando aquí. Por favor, nada de disculpas y pelea en serio."
"Te conocí en algún lugar antes..."
"Hace dos años, en una fábrica de perfumes en Sumida..."

De repente, los recuerdos velados de Aya salieron de duda.

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Era una de sus primeras misiones. La popular fragancia para mujeres ranjaitai estaba mezclada con dósis letales de algún alucinógeno. Mucha gente murió a causa de ello. El grupo que llevaba las ventas clandestinamente no era otro que sus viejos enemigos, la compañía farmacéutica "Kourin" del grupo Takatori. Sin embargo en esa época, a Aya y al resto no se les había dicho nada de ello... Tokyo, distrito de Sumida. Infiltración en una pequeña fábrica, Weiss ajustició a los líderes de la culpabilidad, uno detrás de otro.
Aya cortó a la mujer que poseía la fábrica de perfume, con un solo golpe. En ese momento esuchó grito estridente, entonces una chica se lanzaba a las sombras de las estanterías, aferrándose al cadáver. Era su error. El hogar del propietario estaba muy cerca de la fábrica. No era extraño que los miembros de la familia fueran allí a jugar.

"¿¡Por qué!? ¿¡Porqué has matado a mamá!?"

Aquella luz enfurecida en sus ojos! El lunar bajo su ojo derecho, se escondió profundamente en la memoria de Aya.
Aya había estado en muchas misiones de Weiss, y este era su primer fracaso. El asesino fue visto, incluso su cara había sido vista, y más, la "ley" le exigía que no la dejase vivir, pero... Aquí, su memoria cesó. De repente asaltado con vértigo por la embriagadora fragancia de alore, después de eso, la memoria propia dejó de existir...

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Shizu habló.
"Mi madre... estaba envuelta en cosas terribles... ¡Pero ella lo hizo por mi hermana y yo!"
Durante la recesión, la fábrica de perfumes de su madre se había convertido en una carga con una enorme suma - un préstamos de fuentes "clandestinas". Todos los días, la banda venía para extorsionarle dinero. Entonces la amenazaban "Mataremos a tus hijas", no podía desobedecerles entonces. Bajos sus órdenes, la madre de Shizu creó la fragancia de la muerte, "Ranjaitai". Creó la extraña "fragancia" con su habilidad, pero se convirtió en un éxito, ya que anulaba la fetidez del alucinógeno recién creado por la Compañía Kourin.
Después de que su madre muriera, una banda distinta se presentó, ya que el otro grupo clandestino les había vendido su IOU
*Nota: Desconozco el significado de las siglas IOU, si alguien lo conoce, le agradeceré que me lo diga.
Al final, les robaron la empresa y la familia, coaccionaron a Shizu y sus hermanas a "¡Pagad con vuestros cuerpos!". Shizu y su hermana solo seguían estando en la escuela media, pero los gángster y las drogas las hundieron, y finalmente su voluntád se rompió...

"Me mantenía esperando a morir, pero me detenía cada vez!"
Shizu miró directamente a los ojos de Aya.
"Porque a cada momento, recordaría tu cara, que algún día, nos encontraríamos de nuevo. Y entonces cuando nos encontrásemos de nuevo, ¡obtendría mi venganza! ¡Te mataría! cuando pensaba eso, ¡podía seguir viviendo!"

Habló de la crueldad de su dolor. Buscando a gente con influencia, empezó a trabajar en un auténtico club de clase alta en Osaka. Esas personas con influencia se deshacieron de su problema original, siendo así completamente libre. Sin embargo, siguió trabajando en el club, puesto que no tenía razón de vivir fuera de la venganza.
Y entonces... hace dos semanas... tuvo la oportunidad de ver a Aya en la sala Fénix de el centro de Igualdad.

"¡Estaba entusiasmada! ¿No es raro? Estaba tan feliz. Sentí como si me reencontrara con la familia perdida cuando te conocí. Cada noche miraría a tu cara y te maldeciría. Me preguntaba ¿por qué manteniámos encuentros como ese? Era como si pudiera explicarte con todo detalle lo que realmente hiciste ese día. Y porque... porque... ¡No tengo a nadie más a quien explicarle también!"

Aya babía oído mucho sobre el amor volverse en odio. Quizá lo contrario podía ocurrir, también. En cualquier caso, esas emociones nacieron de los días Shizu de infierno y soledad.

"Me encantaron... estas dos semanas... Ese tiempo que estaba contigo, sentía que era relamente yo misma. Pero..." La frente de Shizu se arrugó ligeramente, boca curvada en propia irrisión. Que perfíl más patético...

"Era llamada 'la mujer que haría cualquier cosa' sobre Osaka. Hehheh... Esto también, es como soy realmente. Probablemente empezó con la muerte de mi madre... Probablemente tenía esa personalidad de 'folla a cualquiera' en mi interior desde el principio... Por lo tanto... Realmente no puedo estar resentida contigo por mí... pero... ¡no por mi hermana pequeña!"

Los ojos de Shizu, una vez más, resplandecían con un brillo helado.

Aya asintió gravemente.

"Tengo mi propio trabajo que debo completar. Independientemente de las consecuencias que puedan nacer de ello, no lo puedo saber. Pero... entiendo como te sientes. Yo, también, una vez viví solo por la venganza."

Lentamente sacó la katana de su vaina, colocándola frente a él.
"Ven."

Entonces, secando sus lágrimas, Shizu también desenvainó su espada, menteniéndola frente a ella en una posición media. Sus hombros temblavan, aunque finalmente la mantuvo... quizá había recivido entrenamiento con la espada.

"¡Vengo a por ti!"
Alzando su hoja, lanzó el filo hacia abajo. ¡Las chispas saltaron cuando katana chocó contra katana!

¡No es mala!

Aya sintió un júbilo salvaje.
Esto, era el porque habia mantenido los encuentros con Shizu. Había esperado por ese momento...

Él mismo se había convertido en objetivo de venganza, y su oponente tenía doce minutos de razones válidas para matarle. Ésto era mucho mejor que matar villanos que le traían sin cuidado, ¡muchísimo mejor!
La lucha había ido a docenas de golpes. Aquello no era como el típico coito entre un hombre y una mujer - ésto era de lejos, la más consumada de las uniones sexules.
La respiración de Shizu se rasgó por un momento. Aya, quien había hecho esto cientos de veces, desvió su ataque, para que la espalda de Shizu topara contra la barandilla. No tenía por donde huir.

¿¡Qué hago ahora!?

Aya se preparó para aceptar el matar.
Shizu, aceptando que sería asesinada, corrió hacia él!

"...!!"

La espada de Aya se congeló, el filo a un suspiro del cuello de Shizu. La punta de la espada de Shizu se detuvo a un pelo de sumergirse en su corazón. Ambos ojos se hablaron... Los de Aya ordenaron que golpeara. Y por Shizu empezaron a derramarse unas claras y brillantes lágrimas.

"No puedo..."

Su espada cayó al suelo mientras ella se derrumbó.

"No... No puedo hacerlo... No puedo hacer de mi una asesina... ni siquiera contra ti! ¡No puedo matar gente! Por qué... ¿Por qué?... Pensé que podría... matar a cualquiera... pero ¿¡por qué!?"

Dejando ir un largo suspiro, Aya devolvió la katana a su vaina. Volviendo la espalda hacia Shizu, empezó a caminar de vuelta por el puente.

Una amarga, sonrisa burlona se posó en sus labios. En ese instante peligroso, un dulce pensamiento "Podría morir así..." había aparecido por su mente...

De repente, la débil fragancia de la madera de aloe... Mirando atrás con una ominosa premonición, vió a Shizu respirando profundamente el suave humo violeta de un pequeño incensiario.

"Eso es...!!"

Ella le miró con un aturdida pero hermosa sonrisa. Y entonces... con solo inclinar su cabeza hacia atrás, se tiró por encima de la barandilla.

"Shizu!!"

Se apresuró a su lado, abalanzóndose a la barandilla. Ella debe haber caido... pero no podía oír el sonido del agua.

¿A... desaparecido?

Absorvida por las aguas del río Uji ya lejos, envuelta en neblina.
O tal vez...
Quizá hace mucho tiempo, ya había muerto con su madre... Ese era el fantasma en su sueño... Al igual que había llegado al recuerdo de ella, la existencia de una mujer llamada Shizu, había sido efímera y miserable.
Sin embargo, su última pregunta, se acercó a él ponderosamente.

"Su desdicha fue probablemente más profunda que la mía nunca fue. Se degradó a si misma hasta que fue llamada 'la mujer que haría cualquier cosa'. Sin embargo, no podía matarme. ¿Por qué?"

No era falta de valor o fuerza. Entonces, en este mundo hay gente que no importa la situación, no importan las circustancias, simplemente no puede matar.

Pero yo... ¡crucé esa línea!

Por venganza...

Sin embargo, ¿se trataba solo de una excusa? Quizá, desde el principio, había poseido la personalidad de un asesino...

Esa última traza de fragancia a madera de aloe nunca desaparecería de la memoria de Aya.

-Owai- (FIN)


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